SERIES PARA ‘BOBOS’
- Diego Álvarez
- 7 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Con la llegada de las Tecnologías de la Información y Comunicación, la sociedad en la que vivimos ha cambiado. De una sociedad industrial, pasamos a una Sociedad de la Información. En este nuevo mundo con dinámicas y flujos de comunicación cambiantes, la trasmisión de la información, y la aprehensión del conocimiento, resultan imprescindibles. Es así, como en la actualidad se encuentran diversas producciones para distintos públicos que pretenden informar, publicitar y entretener. No debería sorprendernos entonces la gran cantidad producciones multimedia que terminan por desinformar a costa de entretener o publicitar. Pero, ¿quiénes son los más vulnerables? ¿a quiénes supone un daño estas producciones?

En el 2011, conocimos una gran tendencia en la plataforma de videos Youtube. Don´t Hug Me I´m Scared, es una serie de videos que se logran financiar a través de Kickstared (web de recaudación para el impulso de proyectos creativos). A través de 6 videos que mezclan varias técnicas de animación, se trata de realizar una grave critica a los medios de comunicación. Si tratamos de disminuir el rango de la diana, el objetivo del mensaje son los programas infantiles, que pretenden enseñar.
La trama de esta serie resulta incómoda y en ocasiones grotesca. Desde el primer capítulo, que aborda el tema de la creatividad, hasta el último con el de los sueños, se expresa un mensaje que nos dice: “Al día siguiente todo será más simple y vacío”. Más allá del claro mensaje sobre la burda información o conocimiento que pueden ofrecer estos programas infantiles en frases que rimen o canciones, evidenciamos la forma en la que se construye al espectador con mensajes de gente poco apta para educar. No hablamos sólo de programas de televisión como Plaza Sésamo o de los nuevos videos de La Gallina Pintadita en Youtube. Aquí hablamos de cualquier sitio, dinámica o mecanismo virtual por el que un niño puede exponerse a cualquier tipo de información a través de las Nuevas Tecnologías de la Información, llámese Smartphone, computadora o consola de videojuegos.
Cabe destacar, que existen varias propuestas animadas que van dirigidas a los niños, pero que no necesariamente caen el error de tratarlos como ‘bobos’. Uno de los casos más populares hoy en día es el programa chileno 31 minutos. Esta serie, protagonizada por marionetas, es una parodia a los noticieros ‘adultos’. El resultado de mezclar entretenimiento con otros géneros como el informativo, en este caso, es un éxito. No es un programa que te enseñe a contar, o que te enseñe dos que tres palabras en inglés. Presenta un formato dividido en varias secciones que tratan de informar a los niños de diversos temas que son esenciales para su crecimiento e inserción en la sociedad. Reportajes, canciones, y un humor que en ocasiones cae en lo satírico son los recursos que se usan en esta serie para difundir el conocimiento en los más jóvenes, y también en adultos fanáticos de la misma.
Existen diversas formas de educar con el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación. El problema está en la existencia de una brecha digital e informática, y por el “analfabetismo digital “que nos impide acceder a la información necesaria. Este hoyo negro que se genera entre las personas que tienen acceso a estas tecnologías, y las que no, forma parte de un fenómeno social del que poco conocemos, pero que, en la Sociedad de la Información, es muy importante.
En la actualidad, hablamos de una tercera ola que representa un cambio radical en el mundo. La primera fue impulsada por la agricultura y la segunda por la industrialización. La que vivimos hoy en día tiene como responsable al sujeto y su relación con la tecnología. La acumulación del conocimiento genera el capital de quienes tienen el poder en la sociedad.
Estos programas infantiles, que son más bien un nefasto producto para idiotizar a los niños, no sólo demuestran la tendencia de subestimar a los niños, sino que demuestran la existencia de una suerte de escudo para mezquinos del conocimiento. Esta defensa no va sólo entre países autodenominados Desarrollados y subdesarrollados, sino entre personas de un mismo país, pero de diferentes clases socio—económicas.
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