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Nicolette Shea, la diosa del porno

  • Foto del escritor: Juan Baldeón
    Juan Baldeón
  • 18 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Nicolette Shea, actriz estadounidense, brilla en la industria del cine para adultos. Sin embargo, su figura no sólo sirve para el entretenimiento de sus fans, sino que, además, pone en debate los estándares del cuerpo humano.


Nicolette Shea. Foto obtenida de su Instagram oficial.

Nicolette Shea, actriz pornográfica estadounidense, nació en 1986 en Las Vegas, es decir, a la fecha, carga 31 años de vida. Para el 2011, Shea debutó en la revista Playboy y, seis años después, se consagró como estrella del porno filmando para la empresa Brazzers Network. Sin embargo, Shea se destaca porque, a través de múltiples modificaciones corporales, busca desprenderse de su cuerpo “natural”. Esta mujer representa un pequeño adelanto del gran sueño del capitalismo de consumo, a saber, la construcción de una sociedad postorgánica.

Durante el siglo XIX, el capitalismo pasó de tener un basamento netamente mercantil a gozar de una base industrial. Para entonces, los cuerpos humanos iban acoplándose a las maquinarias, después de todo, aún para el mismo Marx, los cuerpos son únicamente máquinas de producción. Este momento histórico tuvo su respectiva sátira crítica en la película “Tiempos modernos”, en la que Charles Chaplin demuestra, cómicamente, la incompatibilidad del sujeto con la máquina. Sin embargo, el capitalismo percibió esta contradicción, inherente a su propio funcionamiento, como una simple falla técnica. Por tanto, se invirtieron recursos en transformar ese cuerpo humano, lleno de órganos, vísceras, emociones y carne, en un aparato, dócil, maleable y productivo. A Michael Foucault, teórico francés, se le debe el estudio de todo este proceso. Este capitalismo industrial tenía por valor máximo a la acumulación y, por ello, necesitaba cuerpos útiles. No obstante, aún para fines de siglo, el problema persistía. Los cuerpos seguían sin adaptarse a un sistema que exigía de ellos sumisión y producción.


Para inicios del siglo XXI, el panorama cambió drásticamente. En el año 2000, el artista brasileño Eduardo Kac producía, en un laboratorio, a “Alba”, un conejo alterado genéticamente para brillar en la oscuridad. Este conejo fluorescente inauguró una época en la que el ser humano podía jugar con la vida y ascender a un nivel jamás visto, casi divino. No es casual que Nicolette Shea sea considerada la diosa del porno, su capacidad de transformar su cuerpo era, hasta hace poco, un poder únicamente atribuido a los dioses. No obstante, después del experimento de Kac, que demostró cómo es posible transformar cuerpos de animales, el mundo se preguntó: ¿por qué no aplicar alteraciones en los cuerpos humanos? A partir de esa pregunta, se puede hablar de “tecnohumanismo”. Siguiendo al historiador israelí Yuval Harari, el “tecnohumanismo” no es más que la mejora tecnológica del cuerpo humano y va desde usar lentes hasta los implantes biónicos. Las modificaciones que la actriz porno Nicolette Shea aplicó a su cuerpo pueden responder a un paradigma tecnohumanista, pero aún hay algo más que decir.


Hoy en día, a las puertas de la segunda década del siglo XXI, los cuerpos productivos (fuertes, rápidos y prestos a automatizarse) pierden espacio y, por tanto, valor. Resulta más rentable un cuerpo como el de la actriz porno Nicolette Shea que el cuerpo de cualquier obrero. El tecnohumanismo debe mejorar los cuerpos y adaptarlos al sistema, esa es su misión, evitar que el cuerpo humano caduque. No obstante, parece que el capitalismo, como sistema, ya no se alimenta de cuerpo sumisos y productivos. Los cuerpos de esta etapa del capitalismo postindustrial no deben consagrarse a la acumulación, sino, simplemente, a la exposición. Todo adquiere valor en función de su valor para exponerse. Es la lógica del entretenimiento multimedia. Por ello, el paradigma tecnohumanista que guio las transformaciones de Shea obedece a una nueva forma de vivir el mundo.


El cuerpo humano pasó de ser una máquina productiva a un objeto de exposición. Aún tiene valor, aún se resiste a desaparecer, intentando desesperadamente adaptarse a un sistema que avanza más rápido que él. Nicolette Shea, la diosa del porno, es un producto del capitalismo postindustrial ofrecido a millones de usuarios de la web para que lo consuman. Sin embargo, no exhortamos a que tú, internauta desocupado, abandones el consumo pornográfico, sólo queremos preguntarte ¿cuándo expira tu cuerpo?

 
 
 

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